22 oct 2017

Punto Intermitente

Buscando documentos obsoletos en la memoria de mi celular
Me llegó otro tipo de memoria

Cuando abrí el folder de "Grabaciones de Voz"
Recordé que hace mucho había hecho una para mí 

Hace un año, cuando cuidaba a su perro, a Murphy, 

una cruza de labrador negro con terrier, de cuatro años 
grabé un mensaje para mí futura yo.

Estaba soleado el día, pero hacía viento frío 
Así son los primeros dias de primavera en Dallas.
No recuerdo bien qué llevaba puesto.
 Pero recuerdo traer sobre los hombros una chamarra negra muy mona que había conseguido en una tienda de segunda mano. 
Hasta el día de hoy la uso en días frescos. 

Recuerdo que esa vez fue diferente porque tenía ganas de quitarme los sentimientos que por meses me habían traído tanta tristeza y conflicto:
Estaba cansada de sentir por alguien y que nadie sintiera por mi

Entonces, durante la caminata rutinaria con Murphy, decidí quitar la música en el teléfono para volverlo mi grabadora.
El punto rojo en la pantalla prendiendo y apagando de manera intermitente, esperando mi valentía.

No recuerdo ninguna palabra exactamente. Pero recuerdo caminar a paso firme por la pista de correr solitaria donde a Murphy le gustaba ahuyentar palomas. 

El viento me quemaba los labios, y enfriaba las fibras de mi cabello suelto. 
Tenía mis lentes de sol sobre los ojos, porque aún así el sol me daba en la cara entera. Era una sensación compleja; frío y calor al mismo tiempo. Tan parecidos a veces que confundía donde sentía cuál. 

Recuerdo comenzar a hablar mientras los segundos corrían en la grabadora de voz. Al inicio recuerdo sentirme extraña hablándole a mi celular mientras caminaba sola con el perro. Temía que un transeúnte del vecindario me escuchara y pensara que estaba loca, yo sola hablándome a mi misma mientras sostenía el teléfono cerca de mi boca.

Después de aproximadamente siete minutos divagando en voz alta, recuerdo comenzar a llorar bajo las gafas.
Las sombras sobre mis ojos no dejarían a otros ver cuando se pusieran rojos. Pero sí se verían las lágrimas en mis mejillas.

Murphy no sabía nada. Sólo olía entre plantas y orinaba de vez en cuando. También me sentí rara al imaginar qué pensaría él de mi si supiera que estaba llorando a su dueño. "Amiga, date cuenta" me diría, acomodándose para defecar, para luego enterrar su regalo con las patas traseras. 

O quizá diría, "No te merece. Fuiste tu quien me enseñó a sentarme con disciplina durante meses. Él a veces lo olvida. Claramente tú eres su mejor partido. Olvidalo." 

Ó en el peor de los casos me hubiese señalado, "No le convienes. Él tiene su vida hecha y a veces  olvidas traer tu propia comida al trabajo. Eres tonta al aferrarte." Y me vería con sus ojos color miel con cierta antipatía, caminando enfrente de mí, jalando la correa, y echando la cara hacia atrás para poder dirigirme esa mirada tan seria que siempre tenía. 

Pero Murphy al ser cachorro, nada más se enfocaba en lamerme la mano sólo después de acariciarlo. Además, era obvio que nos quería a los dos de maneras distintas. Quizá su observación sería más objetiva si hubiese podido preguntarle. También cabía la posibilidad de que le valiera madre por igual.

Lo que también recuerdo es sentirme en paz después de haber hecho la grabación. Era como si me hubiese quitado un velo gris de los ojos y ahora pudiera verlo todo más claro. Era momento de dejar de perseguir el amor de alguien que necesitaba amarse a sí mismo primero... o que necesitaba amar a alguien más que no fuera yo. 

Era momento de tragarme toda esa energía y dejar de dársela a él, y eventualmente con mucho cariño dedicármela a mí. Era momento de dejar de olvidar ponerme chapstick durante días ventosos, y recordar lavarme diario la cara para evitar el acné. Era momento de dejar de escribirle odas a quien nunca las iba a leer y de escribir mis propias canciones otra vez.
Ese era el mensaje principal de mi grabación de veintitantos minutos en mi celular. 

Después de ese día olvidé la grabación. La situación entre el dueño de Murphy y yo se había terminado. Poco a poco había aprendido a no ilusionarme más. Meses después llegó el momento de despedirme de ambos, del dueño y de Murphy y recordar que el humano me veía como una colega, una ayudante que le ayudaría a catapultar su carrera... o su fuerza espiritual
Y olvidé la grabación por completo. 
 Era ya julio. Un dia muy caluroso de tantos. Asi es el verano en Dallas, húmedo y caliente.

 Estaba sentada sobre una silla en un parque, viendo a Sofía empujarse sola en los columpios. Esa niña me daba mucha alegría. Decía que yo  era su hermana mayor y me abrazaba cuando menos me lo esperaba. Bailaba canciones de TaylorSwift sobre mi cama en días tristes. Y me invitaba a ayudarle a cocinar pizzas en el horno de su mamá. Todo un paquetito lleno de amor.

 Al igual que hoy, ese día busqué cualquier cosa entre los folders de mi celular y la encontré. La grabación. 

 Sólo logré escuchar diez segundos de ella. No pude continuar. El dolor en mi voz, como un fantasma del pasado, fría y vacía, me hizo detenerme. Sin pensarlo dos veces la borré. 

 Me sentí liberada. Era para mí una señal de que mi propia sanación del corazón estaba cicatrizando. 

 Hoy el recordar aquella grabación, los pocos segundos con mi voz semi-aguda pidiéndome perdón, me entristece un poco. 
 Pensar en todo lo que hice por alguien que no lo vería como amor romántico, sino como un trabajo, o como un cariño fraternal, me había arrebatado noches de buen sueño y días de buenos recuerdos.
 Pero tampoco le culpo. Lo que él estaba viviendo también lo cegaba al mismo tiempo.

 Tampoco lo lamento y no me arrepiento, porque ahora sé que soy capaz de darlo todo. Y también sé que soy capaz de salirme de un círculo vicioso envenenado. 
 
 Ahora sé que no es justo para mí alma dedicarle mi vida a solamente una persona, especialmente si esa persona no soy sólo yo.

Y a pesar de que quizá nunca sabré con certeza pura lo que me dije a mi misma en esa tarde de frío  y calor, hoy sé que el mensaje se quedó conmigo, en algún espacio en el desván de mi memoria y que lo seguiré al pie de la letra.

16 ago 2017

Vómito Emocional

Me gustas un chingo.

UN CHINGO.

Y me odio por eso
porque pensé que ya no me gustabas
porque me puse a actuar como si
todas las cosas que alguna vez soñé
sobre un "tú y yo" ya no iban a existir nunca-
como si algún día yo pudiese dejar de soñar así

Me gustas un chingo.
Me gustas tanto que
ya sé dónde vamos a vivir

Me gustas tanto que
ya sé cuántos perritos vamos a adoptar
y a qué temperatura vamos a dejar la casa
cuando salgamos a comprar la comida
ya sé qué tipo de trabajo vas a tener
y la rutina diaria que nos pondremos juntos

Me gustas tanto que
yo sé que para cuando terminemos juntos
ya habremos explorado nuestra
propia existencia astral
tú habrás salido con tantas otras
y yo habré tenido el corazón un poco roto
por tantos otros.

Yo sé que entonces nos volveremos a buscar,
después de luchar nuestras propias batallas solos.
Entonces nos encontraremos
y nos sanameros el uno al otro.

Me gustas tanto que
ya sé cuántas noches me quedaré despierta viendote dormir
ya terminé de contar las lagartijas que vamos a hacer
cuando terminemos nuestras rutinas de ejercicio
ya sé cuántas millas vas a correr más que yo
y sé cuántos shorts vas a tener que lavar a la semana
y que un día voy a tener que regalarte tenis
porque nunca te los compras
ya sé cuántas veces te voy a regañar
por ejercitarte descalzo.

Me gustas tanto que
ya recuerdo las noches en las que me quedaré despierta
intentando secarte los ojos
ya hasta recuerdo los días en los que te acompañaré
a ver al terapeuta,
a ir a la farmacia por el clonazepam,
a ir por el perro al veterinario porque está enferemo
a saludar a tu mamá porque te extraña.

Ya hasta imagino la media sonrisa que me vas a dar
cada vez que se te haya pasado la tristeza.

Que ya hasta imagino cómo se van a sentir tus manos
entre las mías mientras me pides perdón por haberte
ido tanto tiempo entre la oscuridad.

Ya hasta sé lo que te voy a decir para que sepas
que no es culpa tuya
y que seguiré ahí, caminando junto a tí
entre la más densa noche... entre el más gris día,
entre la niebla más húmeda,
ahí estaré y te apretaré la mano fuerte
para que recuerdes mi presencia
y volveré a sostener con delicadeza cada lágrima
y volveré a cargar tus piedras cuando se sientan como el mundo entero
lo haré las veces que sean necesarias para que recuerdes
que no hay por qué pases un momento tan horrible en soledad.

Me gustas tanto que
ya sé que el lugar en que vivamos
tendrá un balcón
donde
de vez en cuando tendrás que sentarte y ver sólo la inmensidad de la ciudad
y me dirás que amás escucharme hablar español
y me prometerás que un día vas a saberte todas las palabras existentes en el diccionario.
También sé qué libros vamos a tener en nuestro librero
y sé cuántos discos vas a guardar,
entre ellos un mixtape con canciones de Usher.
Porque tu Usher es mi My Chemical Romance.

Pienso todo esto mientras despierto de un sueño que tuve
en el que tú me tomabas los hombros con tus manos
y respirabas en mi cuello
y me susurrabas que eras feliz conmigo.
Un sueño que ya se me está olvidando porque así es mi cerebro
y por eso quise escribirlo

Y entonces pienso en cuántos años he tenido que esperarte
y no sé si tu también me estás esperando
o si sólo es algo que me gustaría que estuviera pasando...






9 jun 2017

Sobre Autoría Autónoma

Siempre me consideré una buena escritora.

Digo, no soy la mejor, y quizá nunca resalte de entre la horda de escritores jóvenes en todo el mundo. Ni siquiera sé si resalto entre los escritores que conozco.

Pero siempre pensé ser lo suficientemente buena para mantener seis lectores conmigo por siempre. Esto último es algo que logré, pero sólo duró un par de años. Quiero decir, no es malo, pero como dije, es un récord personal que no resalta en el mundo. Y, pues, jamás me dolió en lo más mínimo. Al menos antes no se sentía tan mal. Pero últimamente no he podido terminar de escribir nada.

Me he enfocado mucho en encontrar cierta autenticidad en mi forma de narrar y en el tipo de historias que cuento. Y a pesar de que, hasta ahorita, no he encontrado a nadie que escriba como yo, aun así me siento como la persona menos original de todas.

Aunado a esto, viene la responsabilidad que ha crecido como fungos en mi cabeza. La última vez que comencé y terminé toda una historia ficticia tenía 16 años. En ese entonces escribía por escribir. SI iba en metro a la escuela y escuchaba cierta parte de una conversación ajena, agarraba inspiración del diálogo y le seguía. Sólo era un pasatiempo que me ayudaba a sentir que tenía control sobre algo.

Hoy tengo 21, y siento una gran responsabilidad con cualquier persona que se atreva a leer mis escritos. Siento que si voy a escribir algo, ahora tengo que asegurarme que sea—además de auténtico— organizado, respetuoso, que represente bien a la gente, que no idealice tanto ciertos comportamientos, que tenga suficientes palabras para explicarme sin también tener que recurrir a usar más de tres oraciones para terminar una idea. La gramática y la ortografía las tengo bien acopladas en mí, pero, Dios, es tan difícil encontrar algo sobre qué escribir, sobre qué plantar la fundación de una historia ficticia hoy en día, hoy en mi vida, que me he bloqueado por años. Se me ha ido la inspiración tanto, que he recurrido a escribir un blog muy personal que hoy me da vergüenza siquiera mencionarlo.

Lo acepto, he cambiado muchísimo desde la última vez que escribí una historia “propia” y digna de leerse. Así que entiendo que obviamente los temas que a veces quiero tocar al inicio de mi proceso de escritura van a ser muy diferentes a los temas de los que solía querer escribir en mi temprana adolescencia. Mi florecimiento como escritora amateur. Pero a decir verdad me gustaría mucho regresar a ese estado mental en el que sólo pensaba en entregarles a lectores anónimos algo que leer, algo con lo que pasar el rato, sin sentirme culpable si mi trabajo sería escrudiñado con malicia.

Ahora, no recuerdo por qué comencé a escribir esto, así que sólo seguiré moviendo mis dedos en las teclas de esta laptop que me ha acompañado ya por un año.

Este incidente también sucede mucho cuando comienzo una historia. Siempre encuentro una buena oración con la qué empezar y luego todo se desborona. El inicio suena bien, el nudo es interesante, pero luego olvido si quería que la historia fuera de tres capítulos, o sólo de uno, o sólo un párrafo. Entonces la estructura de toda la historia se desvanece y no sé qué hacer con tantas letras. También olvido el propósito de la historia.

Llegué alguna vez a querer analizar esto, y creo que llegué a la conclusión de que me han dejado de gustar los finales, sean éstos felices o no. Creo que, dadas las circunstancias y las cosas que he experimentado durante los últimos cinco años, he aprendido de alguna manera a sólo avanzar en cualquier dirección sin siquiera trazar un camino hipotético. Y lo mismo pasa con mis historias. Comienzo con el inicio, y brinco a la mitad, donde la tensión se vuelve exquisita y atrapante, y regreso al inicio para arreglar y atar cabos sueltos, pero jamás logro darle cierto cierre.

Tal vez sólo tengo miedo de dejar ir personajes. Aunque nunca ha pasado de manera intensa, creo que temo encariñarme con mis personajes y entonces dejo la historia inconclusa, así siempre tendré maneras de darle diferente duración—a veces corta, a veces muy larga, dependiendo de cuánto me haya gustado el desarrollo de la narrativa, dependiendo de cuánto me haya gustado el o la protagonista.

Sin llegar a lo personal, de verdad necesito encontrar una manera de poder fluir como lo hacía antes. Tal vez deba dejar de preocuparme por lo que cualquier persona sin escrúpulos pudiese llegar a decir de mi ficción, porque al final de cuentas eso es lo que es, ficción. 

2 abr 2017

Mamá

Esta no es una carta necesariamente.
Solo me he puesto a pensar mucho sobre un tema en especial durante cuatro largos años.
A veces el tema se va de mi cabeza por un tiempo y otras veces regresa con cierta intensidad.

El año en que Ernesto dejó de existir, el hermano de Amanda Palmer también dejó de existir, y se me hizo una clase de conexión cósmica.

Desde entonces me pregunto como estás...

Qué se siente querer marcarle a tu hermano y saber que no va a contestar. Qué se siente haberlo visto irse. Qué se siente tener que ser el pilar que sostiene la tristeza de toda tu familia; la de tus papás, la de tus hermanos, tus sobrinos, tus hijas, tu esposo... y la tuya. Qué se siente llorar por un mes completo. Qué se siente querer encontrar respuestas satisfacorias pero que nadie ni nada te las de. Qué se siente perder a tu mejor amigo. Qué se siente verte en el espejo y verlo a él. Qué se siente tener el mismo rostro. Qué se siente que te esté preguntando tantas cosas que te entristecen.

Mamá, quiero pedirte disculpas en nombre del universo, porque tu mejor amigo de la vida ha dejado de existir. Quiero pedirte disculpas en nombre de mi arrogancia porque un día decidí no hablarle por telefono, pensando que podría tener una segunda oportunidad de hacerlo; quizá otro día, quizá en otro momento, quizá cuando no me sintera tan cansada después de regresar de la escuela. Más bien, quiero pedirle disculpas a él. Más bien, quiero pedirme disculpas a mi.

Mamá, quiero pedirte que empieces a llorar de vez en cuando. Quiero que dejes de cargar a toda tu familia. Quiero pedirte que le dejes ese trabajo a los otros hermanos que jamás se ocuparon de ti. Quiero que empieces a dejarlas caer por tu mejilla.

 Quiero pedirte perdón una segunda vez por no haber ido contigo. Por no haber abandonado el sueño Americano por unas semanas para regresar a México y ser tu sub-pilar mientras sostenías las caídas fuerzas de la familia Carbajal-Landverde.

Mamá, quiero que vuelvas a dormir temprano. Quiero que te quites las sombras de las muertes de tu hermano y de tu hijo por un momento y me las dejes a mí. Quiero que me cubras con ellas. Quiero sentir tu tristeza un poquito para que tu no la sientas. Para que la máquina de tu corazón rota tome un descanso, como un muslo adolorido de una pierna que ha corrido por cuatro largos años sin dirección. Un muslo ejercitado necesita por lo menos doce horas de reposo. Tu músculo sangrante necesita reposar.

 Mamá, quiero que te cuides, porque temo que un día quiera llamarte por teléfono en vano. Me imagino a los 22 marcando, esperando escuchar tu voz, a todos lados pero jamás encontrándote. Mamá, tengo miedo de un día verme al espejo y verte en mí, pero sin de verdad tenerte aquí. Tengo miedo de perderte como lo perdiste. Tengo miedo de perder a mi propia hermana. Tengo miedo de perder gente.

No sé cómo terminar este escrito. Siento que si sigo, voy a hacerte llorar más y eso es justamente lo que intento evitar. 

 Escribo esto en una cafetria en un día nublado y muy lluvioso antes de ir a trabajar a las 2 de la tarde, reteniendo las lágrimas en mis ojos, porque a pesar de que mis días y los tuyos han mejorado desde ese verano de 2013 en el que lo viste partir, hoy el tema me volvió a la mente con cierta intensidad y simplemente tuve que escribirte.


1 mar 2017

If you're going, take the train so I can hear it rumble...



Te dejo ir.
Así, sin más. Te dejo ir de la parte que te quería más allá de lo que digo que te quiero. Te deja ir la parte de mí que deseaba tenerte conmigo de otra manera.

 Pero no te dejo ir de manera completa. Solo dejo ir esos universos alternos donde te imagino besando mis manos mientras estamos recostados viendo Sherlock en un sillón de un apartamento que, según yo, algún día pudimos haber comprado juntos. Dejo ir esas imágenes que no pertenecen a esta realidad y que jamás pertenecerán porque funcionamos de manera diferente.

Te dejo ir así, pero no me duele. Es extraña la dinámica entre los dos. Es extraño como yo intento que se logre algo más, pero las circunstancias nos empujan a ser algo menos. Es más extraño como hoy, en este momento en el que decido dejar ir los pensamientos románticos sobre ti, en vez de sentirme triste --como cualquier otra persona se sentiría--me pongo más feliz, estoy más tranquila. Como si una tercera parte de mi hubiese sabido durante todo este tiempo que esto era lo correcto y se regocijara de placer al ver que yo, toda entera, te dejo ir.


 Te dejo ir, amante imaginario, platónico compañero de vida, de una vida alterna que jamás se hará realidad. Te dejo tomar el tren de la ciudad de mi corazón y te dejo recorrer otros mundos alternos donde amas y besas las manos de otras en un sillón que pudiste haber comprado con ellas. Escucho el tren que arranca y te veo por una ventana casi lejana tomar asiento en el tren que partirá desde adentro de mí y se ira al universo y te llevara a otros, donde puedas servir de sueño para aquellas que cuando te conocen te imaginen como yo te imagine. Te dejo ir sin más y mi yo alterna, la que quiere ser más adulta, más madura para ti, se despide y llora un poco, pero luego recuerda la paz que siente y se calma.

26 nov 2016

Lecciones de Ahogamiento

Es lo que dije en voz baja dentro de un café en Richardson, Texas esta tarde después de ponderar y darme cuenta que los planes que tenía no han llegado a cumplirse.
Lo dije después de llegar a la conclusión de que la yo que conocía hace dos años ya no es la misma yo. Ya no tengo misión, no tengo metas, me estoy ahogando y los demás también.

Vivo en una situación singular la cual me acaba de dar una cachetada y por eso he despertado. Me doy cuenta que no soy una niña y que como adulta jóven necesito comenzar a moverme. Mis padres no pueden ayudarme. No es porque no quieran, sólo no pueden. Todo es difícil y hay días en los que voy a dormirme a las seis de la tarde con deseos de que se acabe la semana entera, porque cuando estoy despierta no puedo evitar en ponderar en la incertidumbre de mi vida futura.

Antes veía todo con esperanza. Antes tenía fé en muchas cosas. La verdad no sé de dónde me llegaba tanta fuerza, pero el futuro era menos incierto. Ahora me ahogo en ilusiones negativas que más bien son pesadillas. No sé de donde saco tanta mierda. No sé por qué soy tan pesimista. Mis propias desesperanzas me toman los tobillos y me arrastran por la arena hasta que me llevan a la orilla del agua y comienzo a ahogarme. Comienzo a sofocarme en el agua negra de mis pesadillas y no tengo fuerzas para luchar contra las manos viscosas que me arrastran al fondo del océano de mis penas. Me siento sin energía y nada parece valer la pena.

No puedo terminar este escrito con una nota positiva porque no me siento bien, y no me he sentido bien del todo por un año. Me he estado ahogando por un año, pero a estas alturas, ni agarrarme de las piedras parece ser suficiente para evitarlo. Una parte de mí quiere seguir, pero la otra, la más pesada se deja llevar y entonces me ahogo en la corriente.

15 sept 2016

Crónicas de los Días Más Oscuros de una Chica Brillante




"Aline" significa "la brillante" en un idioma cuyo nombre he olvidado, pero eso es lo que significa. Estoy segura de eso porque en tareas escolares, me han asignado cientos de veces buscar en libros y en internet el significado de mi nombre. El por qué de esto yo jamás entendí.


No vivo con la creencia que el significado de tu nombre lleve grabado tu destino. No creo en eso. Pero es entonces cuando ésta introspectiva me hace querer preguntarme cuándo fue que dejé de creer en el destino. Recuerdo que solía aferrarme a esa esperanza, como un niño espantado hace con las ropas de su madre.
Me gusta pensar que deje de hacerlo no hace mucho... Quizá comenzó cuando decidí irme a vivir a otra ciudad en otro país con una diferente cultura y un idioma distinto. Tal vez fue cuando la gente que empezó a notar que tenía potencial me empezó a llenar la cabeza con sus propios sueños, como se le hace a una piñata. Porque antes no soñaba con ir a una escuela gigantesca durante mis primeros dos años de universidad y no soñaba con poder trabajar para poder pagar la escuela, porque sabía que estos sueños --viviendo en un lugar nuevo-- eran metas que no podría cumplir. Era realista.  Pero entonces decidí convertirme en su mascota, y apliqué a más de diez universidades dentro y fuera del estado. Me aceptaron ocho, pero sólo quería ir a una. La escuela a la que me hice creer que quería ir, era tan cara que hubiese podido pagarla de haber ganado la lotería o haberme casado con un hombre rico... pero jamás había considerado el matrimonio como una solución a mis problemas. Tampoco creía tener la suerte suficiente para ganarme la lotería. Aún así les dejé llenarme la cabeza con estos sueños ajenos.



Y así fue cómo se quedó. Me gradué de la preparatoria la primavera pasada mientras intentaba encontrar una manera de alcanzar esos sueños que todos se habían encargardo de encolarme en la mente. Pero entonces me di cuenta que me había roto la espalda por tres años para perseguir sueños inalcanzables que ni siquiera eran míos. Éxitos ilusorios que yo jamás había trazado en mi plan de vida. Les dejé manejar mi futuro y después de salir de la prepa, soltaron el volante y me lo dejaron a mí, en un auto que iba a toda velocidad en un tramo de carretera que jamás había visto antes en mi vida. Y ahí me quedé; una cansada y resecada adolescente. 
Y he intentado olvidar el dolor y enojo que esto me causó porque cuando recuerdo aquello, lo único que puedo escuchar en mi cabeza son sus voces graves expresando lo decepcionados que ellos, todos ellos, están de mí porque "la brillante" no pudo lograrlo. Simplemente no pudo. Veo en sus rostros formándose líneas en la frente y me veo a mí, sentada en un círculo estrecho de pavimento en medio de la nada y me siento tan pequeña. Clarificando, sé que estas imágenes sólo están en mi mente. Me gusta torturarme a mí misma. Asumo que hago esto porque probablemente estoy decepcionada de mí misma. Me digo entonces que su opinión no importa, la que importa es la mía. A mí me importa.
Éste semestre hice lo mejor para volver a tomar el volante y salir de la carretera rápida en la que me han forzado conducir. Pienso que lo hice de manera exitosa, ya que terminé yendo a la escuela que representaba mi perspectiva realista de mi vida, a la que añoraba ir cuando aún era invisible para ellos. Mis planes jamás habían sido tan ambiciosos y yo estaba bien con eso. Pero no era porque no creía en mí misma. Era porque pensaba de manera realista, y sabía que mi situación no podría llevarme tan lejos. Claro, lo intenté, pero de haber tenido los pies sobre la tierra durante los meses pasados, no estaría pasando por tantas crisis emocionales hoy.
 Pero en realidad no puedo culparlos. Yo dejé que sus sueños se volvieran los míos... pero ahora sé que jamás debo dejar que eso suceda otra vez, el dejar que otros tomen mi vida y quieran formarla de la manera que ellos piensan es "correcta". 
A veces sólo quiero abandonarlo todo. Vivir aquí no es cómo lo imaginé hace tres años. Digo, hay tantas oportunidades disponibles, claro. Pero para la mayoría no soy elegible. Me siento como un niño asomado a la ventana hacia el interior de una tienda de dulces y viendo los dulces sin siquiera poder tener un pedazo de uno de estos. La niña en mí a veces llora conmigo en las noches.
Jamás quise que mis pensamientos personales y oscuros llegaran al internet, pero sólo necesito desahogar esto. Necesito escribir sobre las cosas feas que mi mente me prepara, para que en el futuro pueda mirar a mi pasado y darme cuenta que soy lo suficientemente fuerte. Necesito empezar de nuevo y comenzar a moverme otra vez.




(Escrito en inglés originalmente: a-girl-and-her-writing-tool.tumblr.com )

20 jul 2016

From My Past Self

July 20th, 2015
Hey, there!
 Well, today you’re not feeling okay. It’s a little weird but compared to other days, your brightness is not coming around. And when I say “brightness” I’m referring to the way you shine in gloomy situations, your positive perception of things–your own life, regrets (and things you really do not regret), dreams, the world around you, your current situation, all those things that have shaped you, y’know?
 I think it’s particularly strange, given that you have been running for more than two consecutive days (that’s an achievement), you have painted your room and had a blast doing it, and you attended your college orientation. I mean, all these things happened over the last week and you are just… not feeling it. So I’m trying to trigger it through this letter. Right now I’m looking at the computer screen with a hard gaze while typing with fast fingers while your (my? our?) sister is working on her paperwork. She’s just seventeen and she’s working with paperwork. Crazy, don’t you think? She’ll grow (more!) this upcoming year, and I know that although you have your fights with her, you’ll always be proud of the young and well-rounded lady she’s becoming. Remember when she used to follow you all the time? You hated it. In third grade she wanted to have the same friends as yours and that made you feel frustrated because you wanted something different in school, you didn’t want to have to deal with your cute little sister from first grade there like you did at home. You wanted to talk to other people and venture yourself in other adventures with little people your age. Sometimes today it seems like she’s doing the same thing, but hey, you don’t mind. You and I know that she only needs a role model, and well, a role model is what you’ve been wanting to become for someone else lately. Especially after knowing about the low self esteem she “suffers” from. Now, I put that in quotations not to be condescending… it’s just, I don’t like to know she suffers from it. Suffering it the last thing I’d wish for her. I mean, she’s my sister.
 Anyway, thoughts are rushing through my head now. It feels like I can’t concentrate on just one aspect of my life. I’m trying to find that thought that’s making you want to stop right now… You’re almost stopping, girl, but writing this letter is important, so it’s the only thing you’re clinging to. Besides, Marina and the Diamonds’ song “Blue” makes you wanna dance, so, you’ve got mental support. 
It’s been twenty minutes and although you do type fast, you still can’t find the thought.
 Failure. 
 Yeah, that’s the word. You’re afraid of failure. Hey, you’re not the only one. Well, actually I should address this to myself because by writing this letter, I’m making sure my future self isn’t afraid of such thing. I am afraid of failing. Afraid of not achieving the dreams I once wrote down on a paper for a “soul finding” exercise at ten. I am afraid I will not get to be the independent young woman I wanted to become. Afraid of not ending up owning my own apartment, or at least sharing one with a roomie, of not being able to find steady work, of not proving others wrong, of eating up my words everyday to end up being a bitter woman, of never flying in a hot-air balloon like I dreamt when I was three, of not finding satisfaction at all in any of the ones that used to be my favorite activities in the future. I am afraid I will not make them proud… I am afraid of the future. But, why?
 Maybe because I can’t see through. Hey, future self, can you see through on your own time? I cannot right now, but I will try, just for you!
 I can’t see through because I see everyone else attending big universities, and going places, like… away from high school, and you… well, regardless of being on the top five of your class, you had to stay and go to a community college. Yeah, not what your mentors imagined. You were okay with this at first because… well, your situation is not the best, and you were able to understand that, but today you seem to be polluted by negative thoughts. The thoughts you think they are having about you and the supposed failure you’ve become.
Well, after walking around the living room, my mind is clear (yeah, I left my laptop open, but it’s okay). 

I will be fine.
I will. I promise. It’s for you, and you will see that although it’s dark now for me, and I couldn’t see through, I’ll get through it. Because at the end of the day I have been getting through it since my insomnia started. I guess my problem began because I let anxiety invade my brain. But let’s not get into that now, future self. You know it all. 
You know why I’ll be fine? Not only because I have had experience in doing so, but because this is not the worst that can happen to a human being. I am alive, and that’s more that I can ask for given my situation. Like others, I could be fighting death right now in a hospital bed, or fighting the police for injustice, or being kept captive in a strange house in exchange of my parents’ money, or I could be just not being me at all. I don’t have the problems that others have. Yes, I am facing my own fate, but the misery I’m in now will not last because I am not stopping. If I move, I will move away from this. I just need to remember that.

Remember that.

-A.A.

23 abr 2016

Conflicto Interno

He estado leyendo cosas que escribe sobre ciertas ocurrencias, narraciones sobre la vida que he llevado a cabo durante el último año. He estado leyendo, y al tiempo que mis ojos terminan una oración, mi mente comienza a visitar diferentes pensamientos. Así que comienzo a reflexionar y pensar en la persona en la que soy hoy. Específicamente, en como soy con otros.

He cambiado. Estoy segura que ellos se han dado cuenta. He dejado de bromear. No me rio tanto como lo hacía antes, ya no. No participo en bromas o chistes con mis amigos. No hablo sobre mi día con ellos, ya no. Me he dado cuenta de esto, ellos también. Y lamento si mi actitud les ha hecho sentir que estoy enojada con ellos. Eso no es lo que pasa.

No es culpa de ellos. No es de nadie más que mía. Me está matando mi interior.

Pienso en esto, y me doy cuenta que el hecho de que me haya vuelto tan callada a pesar de que hay tanto ruido en mi cabeza solo es el resultado de los conflictos internos que han crecido en mi recientemente. Me pregunto si valgo la pena en general… o más bien, en todos los aspectos. Me pregunto si mis decisiones algún día tendrán algún impacto positivo en el mundo. Me pregunto si el esfuerzo que hago por levantarme todos los días también vale la pena el tiempo y los recursos de todos a mí alrededor. Me pregunto si soy una persona con la que a otros les gusta pasar su tiempo. Me pregunto si soy la mejor estudiante, la mejor hija, la mejor roomie, la mejor hermana, la mejor “artesana de malteadas,” la mejor líder en el trabajo… Me pregunto si soy la mejor en todos los aspectos de mi vida.

Pero no le pregunto a nadie si lo soy, así que realmente no lo sé. Lo malo es que me he vuelto tan consciente, y quizá tan insegura, que decido internalizar todas estas preguntas y el lado oscuro de mi mente empieza a responder estas preguntas y estas me traen cierta desesperanza. No soy la mejor en nada. No valgo nada.

 Entonces un nuevo deseo crece en mí.

 El de desaparecer.

Pienso que el mundo estaría mucho mejor si no estuviera aquí. Mis padres no se preocuparían por traer comida para mí y estar en trabajos que no les hacen feliz por eso, mi hermana no tendría pleitos con nadie en casa, mis maestros no se preocuparían por el futuro de otra estudiante que es más común que nadie, mis amigos no se preocuparían por mis problemas, mi jefa no se preocuparía por mi desempeño en el trabajo. No sería parte de las estadísticas que muestran el número de inmigrantes ilegales en estados unidos que “no ayudan a la economía del país,” no me preocuparía por ser la mejor para demostrarles a estos americanos que no soy lo peor que les puede pasar.

Así que creo que esto es todo lo que estoy haciendo; tratando de demostrarles que se equivocan. Pero en realidad no estoy haciendo nada… Solo guardo ideas en mi cabeza y termino tan confundida que ni se cómo empezar, que hacer, que la única posibilidad y la única salida de la ridiculez que se ha vuelto mi vida es la desaparecer.

Han habido mañanas en las que, al abrir los ojos, le pido al universo que me haga parte de un accidente mortal, solo para no tener que tomar mi propia vida porque no soy lo suficientemente fuerte para llevar esto acabo yo sola. Realmente quiero salirme del radar, de la vida de la gente que me rodea, por algunos días, o algunas semanas, solo para encontrar quien soy, y entonces reaparecer ante los ojos de aquellos quienes genuinamente creen en mí.

Entonces la única manera para ser casi inexistente es quedarme callada. Parecer pequeña e irme por mi lado. Sin sonreír, sin reírme, sin reaccionar a las cosas que dicen. Solo quedarme callada y guardar la postura, intentar no respirar tan fuerte ni tan rápido, para que nadie me note.

Esta vez realmente soy yo y no ellos. Es mi oscuridad la que se expande y toma control del optimismo que alguna vez me ayudó a salir de mi cama.


 Solo quiero ser invisible, así que, por favor, dejen de preguntar como estoy, por favor, no se preocupen por mí.


---------------------------------------------------------------------------------------------
Leelo en ingles: Internal Conflict

15 abr 2015

Oda a lo que nunca será

¿Que qué me gusta de tí?

Ahora me dan ganas de decirlo todo entre la oscuridad de la habitación en la que nos encontramos. Qué pregunta tan sincera, tan común, pero sobre todo, tan compleja. Me pregunto si tú me responderías lo que yo estoy a punto de decir. Busco tus ojos en silencio y la luz del atardecer que se volvió noche estrellada me ayuda... sólo un poco, pero logro verlos. Logro percibir, o quizá más bien, recordar, el color.

 Así que pienso en ellos y te empiezo a decir que

Que me gustan tus ojos, me gusta como se mueven cuando hablas, me gusta que no son tan claros. Me gusta que se vean tan oscuros como esos malos días que a veces tienes, pero me gusta que sólo un tipo de luz en cierto ángulo hacen que se vean como la miel más dulce de todos, tan dulce como esos otros días que también llegas a tener. Me gusta que estén  bajo esas cejas arqueadas que siempre tienen su propio gesto, esas cejas castañas que puedo ver pero que no son tampoco tan oscuras. Tu cejo atrapa a tus ojos en esa oscuridad tremenda de la que te hablo, pero no me importa porque eso hace que los días lúcidos, los días de risa sean un santuario.

Que me gusta tu nariz y cómo le da forma a tu cara entera. Me gusta como la frunces cuando estás confundido y me da curiosidad como se mueven las alas de ésta cuando te ríes. Me gusta como baila cuando haces muecas para hacerme reír. Me gusta que me hagas reír.

Que me gusta tu boca y cómo aunque a veces no puedo ver tu labio superior, sé que ahí está. Me gustan tus labios, ambos, sí, me gustan ambos. Me gusta el color rosado de éstos y me gusta como a veces se vuelven pálidos cuando olvidas beber agua en días de trabajo pesado. Me gusta que a veces se esconde cuando frunces el cejo, porque cuando frunces todo el rostro, la boca se te desaparece, pero eso sólo hace que tu labio superior parezca un milagro y aparece cuando ríes a carcajadas, o cuando me sonríes con sinceridad o cuando bebes agua de esa botella azul que siempre cargas. Pero me gusta tu labio inferior más que el superior porque es carnoso y a veces llega a brillar y siento que me guiña y me invita a todo lo que puedas imaginarte.

Que me gusta tu frente y cómo la raíz de tu cabello empieza a formar la frontera entre tu rostro y tu cabeza. Esa frontera que comienza el cendero de cabello castaño claro que peinas cada mañana y que acomodas para que parezca que sigue corto aunque sabes que necesitas visitar la peluquería. Me gusta cómo acaricias tu cabeza cuando estás tranquilo y la seda de tu cabello hace que cada fibra en tu cabeza se mueva de manera uniforme, como una suave ola de mar.

Pero también me gusta tu torso porque es fuerte y porque al mismo tiempo no tiene "lujos" como otros me han mostrado que tienen. Tu torso que sostiene todo ese peso desde los hombros y que lo equilibra para que esos pies de dedos chatos no se cansen tanto. Me gusta tu torso porque es la metáfora tangible de la fuerza de tu alma.

Porque eso es lo que más me gusta de tí. Tu alma. Tu alma que se desparrama muchas veces fuera de tu cuerpo y que me alcanza hasta que logra hacerme sentir mejor. Tu alma interminable, tu alma suave y amigable. Me gusta tu alma porque a veces es oscura pero refrescante... Oscura pero refrescante en días de dolor. Me gusta porque también llega a ser de mil colores, como esa vez que te subiste a la montaña rusa en el parque de diversiones y no podías dejar de reírte cómo niño... como el niño nervioso que eres. Me gusta tu alma porque también el niño y el adolescente que fuiste se congregan con el adulto que eres. Me gusta tu alma porque sé que me canta al oído aun cuando estés a unos metros de mí. Me gusta tu alma porque tu alma conoce a la mía y sé que a veces bailan en silencio cuando nadie está mirando, y te das cuenta y me doy cuenta pero no decimos nada...

Porque para cuando me doy cuenta que las almas bailan en medio del aula, tú ya estás yendote y yo ya estoy recogiendo mis cosas y me doy cuenta que la oscuridad del atardecer que se volvió noche no te trajo conmigo, así que realmente no te estoy diciendo todo eso.