Esta noche, la pálida piel de su esposo se veía hermosa en los ojos de Jamia. Esta noche era el momento perfecto para cobrar venganza.*
Ella lo abrazaba debajo de las sábanas, él intuía que algo no andaba bien… Estaba insistente en querer salir del colchón para “revisar” la casa y de paso el sótano…
Jamia sabía ya la razón de su necedad de bajar al sótano, pero ella lo dejó sin más desprenderse de su cuerpo para así ponerse la piyama y salir por la puerta de la habitación.
Entonces Frank abrió la puerta de aquél sótano baldío. Buscó las notas de su amante y él, pero su fatiga fue en vano… Movió los viejos muebles que estaban ahí preguntándose si fue Gerard quién las escondió mejor. Pero tampoco sirvió.
Jamia lo miraba actuar desde el marco de la puerta sin que éste se diera cuenta de su femenina presencia. Estaba llena de rabia y celos combinados, una muy mala combinación en una mujer que ha estado perdidamente enamorada durante seis años. Estaba ya preparada, si Frank no la quería como se debía, entonces su marido no debía querer a nadie más...
Entonces cuando Frank comenzaba a desistir de su búsqueda por aquellos cursis manuscritos pequeños, se dirigió a la puerta y fue ahí donde vio a su mujer en su bata de seda con algo en la mano.
La expresión que hizo Frank al saber que había sido descubierto, le hizo gracia a su esposa quien estaba ya decidida-incluso desde un mes antes—a acabar con aquella mentira. No pensó en lo que sucedería en un futuro, ella solo actuó…
Caminó hacia él entre la penumbra del lugar. Su esposo la miraba lleno de temor y sus piernas estaban paralizadas por lo mismo. Ella estaba dentro de un trance de locura cegadora que no la dejaba pensar en sus acciones… Acciones que lamentaría… o tal vez no.
Llegó con él y lo tomó del cuello de su playera, lo jaló hasta llegar a una mesa alta de madera y ahí lo acostó, Frank sólo la seguía por el miedo y gemía de dolor.
-¿¡Qué me vas a hacer!?- Preguntó desesperado.
Ella en respuesta le quitó las ropas dejándolo en ropa interior.
Después ella comenzó a hacer preguntas:
-¿Dónde habías estado amor?, sabes? Te he extrañado tanto durante el largo tiempo que te la pasabas revolcándote a mis espaldas con ese cantante pelirrojo. ¿Qué dices? Oh dios, yo también te amo corazón. Pero ¿sabes qué? Estoy harta de que me mientas querido… Siempre lo hiciste mientras yo tenía que cuidar de ellas—dijo esto último moviendo los ojos hacia arriba en forma de señalamiento al cuarto de sus hijas-- ¿y, te importó mi amor y mi trabajo? No. Nunca te interesó… siempre te divertías junto con él, ustedes dos nos mintieron mientras nos moríamos de ansias por estas con ustedes y ¿Qué sucedía? Coincidentemente llegaban “muy” agotados del “trabajo”.
Frank no sabía que decir para calmar a su mujer, pues lo tenía atrapado de las manos y pies. Estaba encima de él quitándole libertad de moverse, el pobre temblaba de frío. Abría los ojos de pavor cada vez que ella acercaba su mano a su desnudo pecho. Ella imponía una fuerza tremenda sobre su esposo aquella noche.
Después ella se dispuso a besarle los labios… Y cuando logró que confiara en ella. Frank sintió que algo frío le atravesaba el pecho, con fuerza traspasaba sus costillas llegando así al corazón…
El pobre agonizaba de dolor. Casi no respiraba, y antes de que su último aliento llegara ella susurró tiernamente y llena de lágrimas en su oído… “Buenas noches querido…”
Buenas noches, querido fue casi lo último que escuchó aquella fría noche después de haber amado tanto a su colega, después de haber adorado tanto a sus hijas y esposa.
Después todo quedó en silencio… y entonces escucharon un cuchicheo desde la oscuridad.
Una pequeña sombra se acercaba a ellos y Frank logró mirarla…
-Mami, ¿Por qué papa llora?- dijo la voz que después fue acompañada por otra parecida
-¿Por qué papi tiene esa mancha roja en su cuerpo?- dijo la otra.
Y luego dijeron al unísono
-Mami, papi, tengo miedo…
La primera voz añadió:-- Allá afuera esta el tío Gerard, espera a mi papi.
La segunda preguntó siguiendo lo que había iniciado la primera:-- ¿Por qué no dejas salir a mi papá?
Las hijas habían seguido a su madre en aquel sangriento encuentro con su marido. Habían visto lo que su madre le hizo a su héroe, habían también escuchado las atrocidades que ella le decía.
Se acercaron cautelosamente a su padre observando con detenimiento y miedo aquella “simple mancha” en su cuerpo… Le besaron cada una su mejilla y éste sonrió para después cerrar sus ojos por siempre.
--Mami, ¿Por qué duerme mi padre?
--Sí mamá, ¿Por qué? Creí que estaban jugando y que no dormirían esta noche.
-- No está dormido niñas… Váyanse a su habitación de inmediato.
-¿Qué le sucede a mi papa?
-- ¿Por qué sangra?
Volvieron a hablar juntas:-- ¿Por qué no respira?
-Mamá—dijo la primera
-¿Qué quieres Cherry?
-¿Qué le sucede a mi papá?—repitió
La mujer no lograba responder a las horribles preguntas de sus niñas.
-Mami—la llamó en esta ocasión la otra
-¿Qué… que quieres Lily?—dijo entre sollozos al darse cuenta de la atrocidad que había logrado con aquél cuchillo de cocina enterrándolo en justo en el corazón de su marido… Las lagrimas seguían saliendo
-Mami, ¿Por qué lloras?—preguntó Cherry
-¿acaso papá ya no quiere jugar contigo?—siguió Su hermana, Lily
-Denle las buenas noches a su padre y regresen a la cama… Hace frío…- les respondió amargamente evitando sus preguntas, mientras las dos se tomaban de la mano sin saber exactamente lo que había sucedido y se encaminaban a la casa.
-Creo que mamá y papá estarán enojados si se dan cuenta que el tío Gerard entró a casa sin avisar.
-Tal vez hermana. Pero tenemos que dormir…
-Cherry
-¿sí?
-Tengo miedo hoy.- le dijo abrazándola
-No te preocupes pequeña. Somos hermanas y siempre te cuidaré—respondió dándole un beso en la cabeza.
El Tío Gerard les abrió la puerta de su casa y les dio su beso de buenas noches, ya había estado jugando un rato con ellas y era hora de dormir “Buenas noches lindas” les dijo mientras las seguía hasta su habitación y se encaminó al sótano donde su amante, se suponía, lo estaba esperando.
Las pequeñas gemelas se abrazaron lo más fuerte que pudieron,pues aquella noche se podía oler el miedo en cada rincón de aquella casa. Intuían que algo sucedería, eran hermanas y prometieron cuidarse por siempre una a la otra...Se quedaron en silencio y cerraron los ojos esperando lo peor
... un disparo se oyó haciendo que los pequeños cuervos que se paraban siempre de noche sobre el árbol gigante que colindaba con la ventana de las niñas, comenzaran a graznar incesantes y tomaran vuelo.