29 dic 2014

A rush of blood to the head

No sé qué es. Yo digo que es un alien, porque las cosas que hace me parecen extrañas. Lo gracioso es que a veces parece más humano que nada. Hay días en los que me exaspera, y su actitud infantil me hace enrojecer de enojo, pero jamás le digo. Otras veces, los mismos chistes de niño me hacen reír. Entonces también enrojezco, pero no me molestan para nada. El pensar en esto me hace creer que quizá no sea él, sino yo.
  Se supone que es mi instructor, sólo un maestro del que debí haberme despedido hace un año. Pero me pidió ayuda, y la verdad no quería irme aún. Digo, no me pidió quedarme sólo a mí, él necesitaba un equipo para trabajar, y muchos de nosotros estábamos dispuestos a terminar los proyectos con él. Pensé que tal vez así era como tenía que ser. Quizá sea tiempo de hacerte de amigos adultos, me dije. Quizá era tiempo de quedarme, de sentar cabeza en algún lado y comenzar a relacionarme con gente de otra cultura, gente con una historia diferente.
 Como toda historia, ésta inició con mi interés en conocer lo que alguien más pensaba. Quería saber qué era lo que pasaba por su cabeza que le hiciera ser como era.  Quería conocerle. Quería hablarle, pero no podía. Porque en el periodo en el lo conocí, yo era una introvertida con sueños que sólo eran eso y que jamás se habrían convertido en realidad de no haberlo conocido. Y no le atribuyo todo a él solamente, sé que he sido yo misma quien ha logrado todo, pero el orden cronológico de las cosas que me han sucedido me hacen pensar que el alien con quien hablo de manera regular es un evento impactante en mi vida. La cosa es que lo conocí hablando una tarde, casi noche, en la escuela. Fue el hombre que me hizo "La pregunta," y de ahí comenzamos a platicar sin parar. Su voz y la manera en que movía las manos me hacía pensar que estaba muy interesado en conocerme y en concerse a sí mismo al comentar cosas de su propia historia. En ese entonces yo era buena para notar señales y ese día noté cuan feliz le hacía el poder compartir su viaje por la vida. A mí también me hacía feliz el saber que escucharle le mejoraba el humor.
 Su interés por saber lo que otros pensaban y las demás similitudes que mi mentor y yo teníamos nos unieron más de lo que yo jamás pude haber imaginado. Aún me pregunto si no estoy soñando despierta. Y no es porque me encuentre en un lapso eterno de enamoramiento desenfrenado, es sólo que es demasiado extraño pensar que me he vuelto una amiga muy cercana de uno de mis maestros y que éste ahora guarda secretos míos. Para mí, al ser el tipo de persona que soy, las personas que son privilegiados con mis secretos son las que se van a quedar en mi mente para siempre. Como si mi verdad interna fuera una clase de USB que inserto en sus mentes para crear una conexión inalámbrica e infinita entre todas esas personas y yo. Es gracioso pensar que algún día, después de habernos despedido, lo volveré a ver y se verá diferente y quizá yo también seré diferente. Siento que a pesar de aquello, nosotros tendremos el poder de volver a ser quienes somos ahora cuando estemos juntos de nuevo. También es triste pensar que algún día tendré que decirle adiós y saber que voy a añorar el verlo, y pensar que existe la posibilidad de que nos olvidemos el uno del otro. Porque no quiero despegarme de él. No quiero dejar de ser parte de su vida y tampoco quiero que él deje de ser parte de la mía. Porque su presencia se ha vuelto un evento que atesoro porque es el único que me ha escuchado y que se ha dejado escuchar por mí. Es el único que hasta ahora no ha actuado raro al ser nosotros de géneros opuestos. Mi mentor tiene una mente tan abierta que incluso ha traído a la mesa la posibilidad de que nosotros estudiemos juntos en la universidad y nos graduemos con el mismo certificado en psicología. Es curioso e interesante pensarlo. Pero sé que aquella sugerencia fomará parte de esos planes que son tan extraordinarios y tan perfectos que jamás serán realidad y sólo se convertiran en memorias no tan tangibles pero que en un futuro me harán feliz. Como cuando ellas y yo queríamos comprar una "combi" para viajar por todo México. Él es tan cercano a mí que mis memorias de ellas también se han convertido en sus memorias. Sonríe cuando las recuerdo en voz alta porque entiende qué bien se siente saber que fueron y son parte de mi vida.
 Mi mentor me ha enseñado a sonreír y me ha enseñado que los introvertidos podemos ser extrovertidos y me ha mostrado que lo convencional es aburrido y que crear cosas nuevas es mejor porque es como dar un poco de tí al mundo... al igual que cuando escribo. Sin decírmelo, mi mentor me impulsa a abrirme al mundo para dar más de mí porque me entiende, porque alguna vez él fue como yo. Alguna vez fue el que se quedaba callado, al que ignoraban, y el de las mil y una inseguridades, pero un día se volvió el mago que me ha traído circunstancias de las que he aprendido de la vida y de mi. Quizá él también aprendió de él mismo a mi edad o incluso después, quizá de alguna manera estoy siguiendo sus pasos, como si fuera mi guía... Un líder. Fuera de eso, mi mentor sabe que escribo, pero también respeta mi privacidad y jamás me ha pedido la pagina web de este blog. Y le agradezco por lo que ha hecho de mí, por haberse quedado otro año conmigo y por haber confíado en mí, por haberse vuelto mi amigo.


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