4 jun 2013

"La de Avenged Sevenfold es mi favorita"

Me miraste y sonreíste.
Entonces te devolví el gesto, sentada en la silla más incómoda en la que jamás hubiera postrado el trasero.
Tú te encontrabas en lo alto de las gradas de canto. Ambos en el salón de coro.

 Volviste entonces la mirada a la maestra.
A aquella mujer que ordenaba al grupo entero
mientras yo me quedaba ahí para verte soltar esas notas desde la garganta.

 A nadie nunca le importó que me quedara ahí como espectadora.
Pero fue hoy cuando sentí que me mirabas como si yo fuera alguien importante.
 
 Ya habíamos hablado. Tu voz no era la más dulce, pero sí era la que endulzaba mis oídos.
Siempre hacías bromas pequeñas de las que siempre he reído.

 Y tus ojos siempre me veían, como si esperaran a que yo riera de verdad.
Luego esas perlas blancas se asomaban entre tus labios…

 Cuando les dio tiempo para descansar, viniste a mí.
Sentí tu cuerpo junto al mío. Un abrazo para decir hola era algo tan tuyo.
 Volviste a sonreír. Miraste a tu alrededor y encontraste un espejo de cuerpo entero.
Te miraste. Un toque de vanidad era de las cosas que siempre te ha identificado.
Como siempre, acomodaste tu melena oscura y me sonreíste desde el reflejo.
 Sonreí a modo de aprobación.
 Te paraste detrás de aquél espejo rectangular y me miraste otra vez.
 Tu cabeza era lo único que se asomaba de aquél mueble.
Eras tan delgado como el espejo…
Entonces me situé frente al espejo mientras lo sostenías. Tu cara y la mía estaban a la misma altura.
Miré al frente y el espejo sólo reflejaba mi cuerpo desde el cuello a los pies.
Me di cuenta que aquello hacía parecer que tu cara estaba pegada a mi cuerpo.
Era como si tu estuvieras usando mi atuendo.
“Te ves bien,” dije bromeando. Miraste el reflejo, bajando la mirada.
Reíste por lo bajo y dijiste ruborizado, “Gracias. Es que estoy usando mi playera favorita.”

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