Dejé de ir a la escuela, y como supuse, dejé de escribir ese diario. El diario que nunca hice de niña y el diario que tuve que iniciar por una simple calificación en la escuela.
Siempre escuché que con el tiempo te encariñabas de las cosas... o las personas. Mi diario personal se volvió eso; casi una persona. Porque contenía escritos míos, pensamientos míos, ideas, sueños, garabatos, incluso lluvias de ideas mías, también mis canciones favoritas estaban ahí. Se volvió casi una persona porque era una persona quien lo escribía. Yo. Quien lo escribió durante escasos cuatro meses, o menos.
Al inicio de estas largas vacaciones, no lograba entender por qué comenzaba a sentir un enorme vacío. Quizá porque extrañaba la presión de las tareas o los examenes, me dije la primera vez. Quizá porque extraño a esas mujercitas que tanto aprecio, pensé luego. Quizá es algo que siempre sentí y que acabo de notar, quise mentirme por enésima vez.
Hasta esta noche....
Esta noche en la que reviso mis cuadernos y mochila olvidados.- Digo, no ha pasado mucho tiempo desde que dejé de ir a la escuela por las vacaciones de verano, pero siento honesta se me han hecho años, décadas o algo así estas últimas tres semanas sin ir. - Entre cuadernos con pastas forradas y espirales de metal, encuentro un cuadernillo engargolado; hecho con hojas recicladas, con imágenes de mis cosas favoritas pegadas en la portada... encuentro mi diario. Lo leo. Encuentro entonces mis palabras y pensamientos y todo lo mencionado anterior. Y me doy cuenta, entonces que mi mente pasó por una metamorfósis diferente a otras, comparando a mis propias metamorfosis mentales anteriores, claro.
De ideas tristes, llenas de pavor y pánico, vacías de sentimientos reconfortantes y acciones sociales... A ideas contrarias, contrastantes, con colores diferentes y sonrisas, abrazos y todas esas cosas que, sinceramente, no logro escribir.
No sé si esto sea raro. No estoy loca, de eso estoy segura. Pero la verdad es que no suelo ser... Así, como mucha gente: no reconforto a la gente que aprecio, no abrazo a la gente que quiero, no les digo eso; que los quiero. No hago esa clase de cosas y ni siquiera sé cuándo empezó a sucederme eso, eso de no ser sociable, de no sonreír o de no gritar o de ser seria la mayor parte del tiempo.
Pero juro a Odín que no... No me arrepiento.
1 comentario:
Qué manera de unir el tiempo
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